La historia de la bandera belga está estrechamente ligada a la formación e independencia de Bélgica como Estado. Sus orígenes se remontan a la Revolución Belga de 1830, que supuso la independencia de Bélgica del Reino de los Países Bajos.
En los primeros días de la revolución, en agosto de 1830, se izó en Bruselas una bandera roja, amarilla y negra en la secuencia apropiada. Estos colores estaban dispuestos horizontalmente, inspirados en la bandera de la Revolución de Brabante de 1789, que tenía los mismos colores pero una secuencia ligeramente diferente, a saber, rojo, negro, amarillo. Sin embargo, este estilo pronto cambió a un formato vertical, similar al de la bandera francesa, pero con los colores belgas.

Los colores proceden del escudo del Ducado de Brabante, que representa un león dorado (amarillo) sobre fondo negro, con garras y lengua rojas. Estos colores se adoptaron como símbolo de revolución e independencia.
La versión moderna de la bandera, con franjas verticales negras, amarillas y rojas, se aprobó oficialmente el 23 de enero de 1831. Desde entonces, a pesar de la inestabilidad política del país y las tensiones lingüísticas, la bandera ha permanecido inalterada.